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Nadie dijo que la vida fuese fácil, tampoco que de un día para otro tengas que enfrentarte al convivir con una enfermedad que mermara en muchas ocasiones tus ilusiones.

Tenemos la costumbre de animar, de llevar a cabo una campaña de positivismo. A veces pecamos en exceso de esa alegría que deseamos infundar. Nos convertimos en marionetas de esta vida en la que se nos exige ser feliz. No importa tu dolor o sufrimiento diario, debes levantarte cada día y luchar, ser feliz y sonreír, porque si no sonríes es un día perdido.

Mensajes tiernos y llenos de positivismo nos incentivan a seguir este “ritmo de felicidad”, hay que pensar en positivo y te pasarán cosas positivas. Pero todo en esta vida tiene dos caras, ese exceso de alegría, a veces nos opaca la realidad. Pensar demasiado en positivo hace que en ocasiones no estemos tomando la verdadera realidad en cuenta.

No estamos hablando de ser pesimista, tampoco hablamos de dejar de tener ilusiones. Hablamos de vivir nuestra realidad, ser felices cuando lo estemos, y estar triste cuando lo necesitemos. Porque la tristeza también forma parte de nuestras emociones, porque en el día a día de aquellos pacientes con enfermedades crónicas a veces el dolor puede. Poder reconocer nuestros sentimientos es fundamental para reconocer también la felicidad.

No tiene nada de malo estar un día mal, llorar, lamentarse, asumir nuestra realidad y seguir hacia delante. Cuando desarrollamos ese optimismo desorbitado damos la espalda a nuestra realidad y es entonces, cuando nos golpea duro. Entramos en una montaña rusa de emociones como bien habla la paradoja de Stockdale.

No debemos confundir esperanza con optimismo, la esperanza nos mantiene vivos e ilusionados, pero no modifica nuestra realidad, en cambio, el exceso de optimismo puede empañarnos la realidad y sólo ver el futuro que nosotros queramos imaginar.

Queremos recordaros que tenéis el derecho y la obligación de expresar libremente vuestros sentimientos; ríe, llora, ama, vive…

Queremos enseñaros o recordaros una palabra que nos parece preciosa, resiliencia. Toma esta definición la capacidad que tenemos para adaptarnos positivamente a situaciones adversas. Igual el equilibrio está en esto mismo, no es optimismo excesivo, tampoco es cuestión de ser pesimistas. Es resiliencia.